El reencuentro de la huachada, por Ale González




Un poco más de dos años han pasado desde que comenzamos este proceso histórico y revolucionario en nuestro querido país al cual amo profundamente. Que me hace rabiar. Pero no es el país el que me hace rabiar, sino su gente, pero no toda su gente, sino que la gente “gente”, la que nació en cuna de oro y con la mirada en el ombligo. El facho rico, pero también el pobre, el desclasado, como los pacos, esa gente que no sabe de nuestra historia o que sólo sabe una parte, UN relato de la historia, la historia única...esa gente sin educación, sin educación de calidad.

 

El despertar de Chile fue también mi despertar.

 

Siempre me he considerado una persona social, muy conectada con el concepto de la justicia, con la realidad dura de la calle, de los barrios, de la pobla. Yo nací y viví en cité, a los pies del cerro Renca, en blocks. No me quejo de mi vida, no fue necesariamente dura, pero sí muy real. Y en esa vivencia entendí cosas. Pero la aspiración a más, al barrio alto, al verano en Reñaca, a viajar a Disney, a todas esas cosas que la plata te da, era algo muy presente en mi adolescencia. A diferencia de otras personas que conocí en mi infancia, no quedé embarazada o pegada en la calle pateando piedras, sino que estudié lo suficiente para salir del cÍrculo que indudablemente te consume en los barrios si no tienes las redes o fortaleza individual para hacerlo.

No aspiraba a quedar en la UC, pero sentía que todo eso que deseaba se hacía carne, estaba cada vez más cerca de aquello que anhelaba de alguna forma. Pero la realidad se planta de golpe en tu cara y te das cuenta que definitivamente no encajas. Te juntas con los “huachos” y “huachas” de los colegios municipales o particular - subvencionados, porque los del San George y Verbo Divino vienen en manadas, cursos completos entran a las carreras de élite, mientras que para nosotres era prácticamente un milagro. Ahí te das cuenta que no sólo es tu color de piel o rasgos y tu manera de hablar lo que te separan, sino que tu conocimiento escolar, del mundo, tus rutinas diaras y anuales...¿Qué es eso de viajar en vacaciones de invierno? Irreal para mi hasta el día de hoy. En mis tiempos y en mi realidad, las vacaciones de invierno se pasaban en casa, no en la nieve, la playa o fuera del país. Insólito! ¿o privilegio?

Y no es que no tenga amigues de diferentes estratos socio económicos, les tengo, pero no puedo dejar de reconocer ese pequeño espacio que nos separa. No me considero resentida social, porque insisto, no tuve una mala vida. Sin embargo, y conforme ha pasado el tiempo, puedo observar cómo me he (de)construido como persona, que lo que me dijeron que era, no es tanto, y que esa otra historia también me pertenece.

 

El 25 de octubre del 2019 fue hermoso porque me enseñó que no estoy sola, ¡Porque todos los huachos, huachas y huaches nos encontramos!... y decidimos no soltarnos. Y aunque a veces nos soltamos un poco, volvemos a encontrarnos. Y sí, admito que pierdo la fe frecuentemente y pienso que todo volverá atrás, porque todo es muy frágil, porque como en cuestiones de género enjuiciamos más a las mujeres que cometen errores sólo por ser mujeres, siento que no podemos equivocarnos. Pero al final del día somos humanes, y por tanto, capaces de equivocarnos profundamente pero también de cambiar maravillosamente.

 

Sólo espero que todas las personas que votamos por el cambio fundamental de nuestro país sigamos creyendo en eso y sostengamos todo lo que está pasando con una mente abierta y crítica. Tengo franca fe de que lo lograremos, porque como dicen: la fe es lo último que se pierde.

 

Nota: Escribo esto en realidad para mí, para conectar con la emoción que me ha dado el pueblo de Chile estos dos últimos años y no olvidar que somos capaces de cambiar la historia.

 

 

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