La verdadera inclusión, por Mario Moreno


 Últimamente, me llama la atención el repentino interés de algunas personas por usar como argumento en contra del lenguaje inclusivo, y de manera repetitiva y sistemática, el uso del braille y la lengua de señas. Cito textual un comentario en facebook a continuación: “El único lenguaje inclusivo que conozco es el braile y el de señas. Me parece que esto no ofrece nada inclusivo sino un deformador del lenguaje”. 

¿En qué momento estas personas empezaron a mostrarse tan interesadas en la lengua de señas y el braille, reafirmando que son los únicos lenguajes inclusivos que consideran válidos o verdaderos?

 En el caso particular del braille, estudios indican que no todas las personas en situación de discapacidad visual usan este alfabeto, y que no se considera como idioma o lenguaje. Siguiendo con el “lenguaje de señas”, tampoco podemos indicar que es un lenguaje o un idioma, sino más bien una lengua, y que además tiene diferenciación gramatical de acuerdo al país donde ésta se emplea y es, por ende, no universal. ¿Serán estas dos las únicas formas que tenemos de ser verdaderamente inclusivas, inclusives e inclusivos con todos los sectores marginados de nuestra sociedad? ¿En qué aporta a ser personas más inclusivas el invalidar formas de inclusión usadas por otras personas históricamente excluidas, defendiendo la idea de una verdadera inclusión?

 Este tipo de discurso, por tanto, solamente nos transmite los sesgos, el capacitismo, las suposiciones, y la falta de conciencia y de empatía de un sector caracterizado por oprimir y marginar a personas no binarias, y a otras personas que no se ajustan a las normas arbitrarias establecidas por dicho sector, mediante una falsa abogacía por una sociedad verdaderamente inclusiva.

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